Al hacer mención de la palabra sueño, nos referimos al acto de dormir.

Un sueño que vaya en apego a las horas recomendadas según la etapa de la vida en que nos encontremos, nos contribuye con:

  • La energía física que necesitamos para realizar nuestras tareas diarias.
  • La salud de nuestro cerebro, al concentrarnos mejor, lo cual a su vez nos permite tener un mayor aprendizaje y una buena capacidad de respuesta ante determinadas situaciones que se nos presentan en el día a día.
  • El equilibrio hormonal, al ayudarnos a mantener buenos niveles de grelina, leptina, insulina y cortisol.
  • .Una buena respuesta de nuestro sistema inmunitario, ya que mientras dormimos se producen citoquinas, las cuales son proteínas que ayudan a nuestro sistema de defensas a combatir enfermedades.

Cuando dormimos por lo menos 1 hora menos de las que están recomendadas según la etapa de la vida en que nos encontramos, entonces hablamos de restricción de sueño.

La restricción de sueño no es un trastorno del sueño en sí misma; sin embargo, es un vehículo que conduce a un trastorno del sueño denominado síndrome de sueño insuficiente.

 Dos semanas en restricción de sueño, es comparable a dos días de privación total de sueño.

Dependiendo del tiempo que duremos con este mal hábito, podemos hablar de una restricción de sueño aguda o crónica. Si el tiempo de duración es menor de 3 meses, tenemos una restricción de sueño aguda, si es mayor o igual a 3 meses, estamos ante una restricción de sueño crónica.

Entre las causas que pueden llevar a una restricción de sueño podemos citar:

  • La exposición prolongada a la luz artificial durante la noche, antes de irnos a dormir. Esto produce un aumento del estado de alerta, interviene con la producción de melatonina (hormona que colabora con la regulación del ciclo sueño-vigilia) modificando el ciclo del sueño.
  • Estrés laboral o a nivel personal.
  • Creencias falsas acerca del sueño.
  • El impacto de la presión social en nuestra vida.
  • El ruido cerca de nuestra habitación.
  • Estar sometidos a altas temperaturas. El mucho frío o el mucho calor puede interrumpirnos nuestro sueño.
  • El tipo de superficie donde descansamos. Colchones muy duros o muy blandos pueden afectar la calidad de nuestro sueño.
  • Un ambiente desordenado, ya que esto desde el punto de vista psicológico genera estrés y este puede impedir nuestro sueño.
  • El consumo de bebidas que nos hagan permanecer despiertos durante la noche, tales como: el café, el té, guaraná, etc.   
  • El consumo de comidas durante la noche que produzcan: acidez, flatulencia (pedo), reflujos, alergias o intolerancias y aumento en la temperatura corporal.
  • El consumo de alimentos que tengan propiedades diuréticas (apio, pepino, sandía, etc.) ya que estos nos dificultan el sueño al aumentar la frecuencia de la micción (orinar) durante la noche.                                                                                                                              

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