Existen niños y adolescentes que tienen más predisposición de cursar con deficiencia de vitamina D y a estos les hemos llamado grupos de riesgo, de los cuales hablaremos brevemente a continuación.
- Los recién nacidos prematuros.
Los últimos 3 meses del embarazo, es el momento oportuno para que el bebé reciba la mayor cantidad de vitaminas y minerales en beneficio del buen desarrollo de su esqueleto.
Los niños que por alguna razón no logran completar esta etapa, aunado a que por parte de la madre exista muy poca exposición a la luz solar que es la principal fuente de vitamina D y una ingesta insuficiente de la misma a través de los alimentos o de los suplementos que la contienen; se convierten en un grupo de riesgo importante que va a llevar recomendaciones específicas y especiales en cuanto a la ingesta de vitamina D desde sus primeros días de vida.
- Los lactantes con alimentación exclusiva al seno materno.
La leche humana no contiene cantidades suficientes de vitamina D. Su contenido varía entre 4 y 100 UI/L (unidades internacionales por cada litro) y la cantidad suministrada al bebé dentro de este rango a través de la lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses de vida, va a depender de las reservas de la madre, logradas por medio de su exposición a la luz solar y una alimentación rica en dicha vitamina.
Los niños y/o adolescentes con:
- Asma.
Entre sus factores predisponentes a deficiencia de vitamina D, resaltan: el origen afroamericano y la obesidad. Los mismos también se han asociado a la aparición del asma.
La deficiencia de vitamina D en estos niños, se convierte en un empuje que desencadena una mayor cantidad de visitas a las emergencias de pediatría y como consecuencia una mayor cantidad de ingresos hospitalarios.
- Insuficiencia renal crónica.
La población que cursa con esta enfermedad, puede presentar un conjunto de alteraciones en su esqueleto, denominada osteodistrofia renal la cual se hace acompañar de la deficiencia de vitamina D.
La deficiencia de vitamina D en ellos, se ha relacionado con una progresión más rápida de la enfermedad, la presencia de anemia, la resistencia a la insulina (estado de prediabetes o diabetes tipo 2) y una mayor mortalidad.
- Obesidad y los que se encuentran en sobrepeso.
En este grupo lo que sucede es que el exceso de grasa corporal atrapa a la vitamina D producida en la piel, lo que hace que llegue menos vitamina D desde la piel a la circulación.
- Medicamentos anticonvulsivos durante un largo tiempo.
Los medicamentos antiepilépticos como el fenobarbital, la fenitoína y la carbamazepina, cuando se utilizan durante un largo tiempo, pueden producir deficiencia de vitamina D.
- Medicamentos esteroides durante mucho tiempo.
Las dosis elevadas de esteroides, equivalentes a 900 mg/m2 de prednisona, así como aquellos que utilizan glucocorticoides de mayor potencia como es el caso de la dexametasona, tienen un alto riesgo de deficiencia de vitamina D.
- Cáncer.
En este conjunto, el metabolismo (reacciones químicas que se producen en las células del cuerpo) de la vitamina D puede verse alterado ya sea por la misma evolución de la enfermedad, por la administración de agentes quimioterapéuticos como el metotrexato o de glucocorticoides como la dexametasona, la prednisona e inclusive por una nutrición inadecuada generada por una baja ingesta de alimentos ricos en dicha vitamina así como por la inactividad física producida por los signos y síntomas del tratamiento oncológico, lo que hace que dicho grupo se exponga menos a la luz solar (principal fuente de vitamina D).
- Malabsorción de grasas.
La enfermedad de Crohn, la fibrosis quística y la enfermedad celíaca, todas tienen un punto en común: la malabsorción de las grasas.
Como ya hemos mencionado en la primera parte de este artículo, la vitamina D es liposoluble por lo que necesita de la presencia de la grasa de la dieta en el intestino para poder ser absorbida. Si por alguna razón, no podemos absorber adecuadamente la grasa de la dieta porque padecemos algunas de las enfermedades antes mencionadas, esto traería como consecuencia, bajos niveles de vitamina D en nuestro cuerpo.
- Enfermedad inflamatoria intestinal.
Aquí mencionaremos nuevamente a la enfermedad de Crohn pero también a la colitis ulcerosa. Ambas caracterizadas por la inflamación del intestino y una malabsorción de nutrientes, entre ellos la vitamina D. Esto trae como consecuencia la desmineralización ósea, es decir afectación en los huesos.
- Enfermedad en estado de gravedad que se encuentran en las unidades de cuidados intensivos pediátricos.
Los niños y/o adolescentes en estado de gravedad que cursan con muchos días de ingreso en las unidades de cuidados intensivos pediátricos, pueden presentar niveles de vitamina D reducidos.
La disminución del calcio y el uso de catecolaminas, que son medicamentos que se utilizan en dichas unidades, tales como: adrenalina, noradrenalina y dopamina, se han relacionado con la deficiencia de vitamina D.
- Adolescentes con trastornos de la alimentación.
La forma en que pensamos acerca de lo que comemos y las conductas que tomamos con los alimentos en base a esos pensamientos pueden traer como consecuencia un estado de malnutrición que interfiera con mantener niveles adecuados de vitamina D en nuestro cuerpo.
Muchos adolescentes con algún trastorno de la alimentación, tienen alto riesgo de presentar alteraciones en su esqueleto. Algunos de ellos pueden no presentar síntomas o referir en ocasiones dolor en sus huesos. De igual manera pueden presentar fracturas, cifoescoliosis (enfermedad de la columna vertebral que se manifiesta por una curvatura anormal), disminución en su estatura o falta de crecimiento.
Cuando existe afectación de los huesos, provocado por algún trastorno de la alimentación, esta puede no tener vuelta atrás. Es decir que una vez el problema está instaurado, no es mucho lo que se puede hacer por ese adolescente afectado.
Todo esto puede ocurrir en el primer año de inicio del trastorno de la alimentación en que se encuentre.